Me cuenta Manuel que la semana pasada frustró un asalto en la puerta de su casa, lo siguieron desde el banco; tenía encima mil pesos para pagarle a su empleado. Un auto y una moto lo "acorralaron" en la entrada y cuando uno de los chorros se bajó, él aceleró marcha atrás y le dio de lleno al flaco de la moto que giró, me cuenta, por el aire. No me lo dice ni feliz ni satisfecho, dice con pena: "me salió como pude"; aceleró esta vez hacia adelante y salió rajando. Desde la perspectiva de su mujer que estaba asomada por la ventana, me cuenta Manuel, que el que estaba de pie ayudó a levantarse al motoquero y que este marchó medio trastabillando hasta la esquina donde se la puso con otro auto. Manuel, que es retirado de la fuerza de bomberos y tiene el carnet de identificación de la policía, dice que no había forma de que no lo mataran. "Eso no te lo perdonan, yo tengo el carnet en la billetera, si lo encuentran me pegan un tiro". Le comento que leí en el diario que van a sacar a patrullar a los bomberos en conjunto con la Bonaerense: "eso ya lo hicieron en la época de pirker" me dice. "No es una cuestión de cantidad, en ese momento sacaban a la calle a los enfermeros del churruca, los tipos no sabían que hacer con los talonarios". Uno de los problemas dice, radica en que "los policias ahora viven con los chorros, es una línea muy delgada, se están mezclando el agua con el aceite" me ilustra mientras se frota ambas manos. "Me parece que es una medida parche" le digo; "Que se yo... se les fue el asunto de las manos, hay muchas zonas liberadas: lo que habría que hacer es poner civiles en las comisarias, civiles que se encarguen de atender a la gente; Cuando hice la denuncia en la comisaría no había nadie, estaban el comisario y una secretaria".
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