viernes, 20 de agosto de 2010

El canto del Sinsonte

Puse en el google: “Características del canto del Sinsonte”. Hace un tiempo conocí a un escritor buenísimo que se llama Simón Guerrero. Fue a través de un artículo que publicó en el Diario Libre. Una página, de J.C. Mieses, me dio una idea acerca de su figura. Según nos cuenta el Cronista, Guerrero es un hombre imposible de enmarcar: entre sus tareas están las de ornitólogo, ambientalista, Profesor y articulista valiente. Me encontré con este escritor, no por casualidad sino porque había escuchado que el Sinsonte tiene entre sus habilidades la de imitar a la perfección el canto de otras aves. Simón Guerrero, al respecto de este tema escribe en su artículo para el diario libre: “(El Sinsonte o) Mimus polyglottos no sólo imita el canto de otras aves sino que es capaz de imitar muchos otros sonidos. En ocasiones, sobre todo en noches de luna llena, también puede volverse cantor nocturno. La pregunta obligada es ¿Por qué imita el canto de otras aves? ¿Qué ventaja le aporta a la especie esta peculiar conducta? Cuándo trabajaba como voluntario en el National Zoo de Washington, un ornitólogo del Smithonian que realizaba una investigación sobre esta especie, me dijo que al parecer se trata de una conducta adaptativa vinculada a la selección de pareja: las hembras escogen a los machos que tienen un repertorio más variado. Es difícil no ceder a la tentación antropomórfica de que las hembras de esta especie, como las de la nuestra, prefieren a los machos más locuaces”.

Según cuenta Vasari, Miguel Angel fue un eximio falsificador, solía copiar dibujos de maestros antiguos y hacía las replicas tan semejantes que parecían originales, “teñía y envejecía los papeles con humo y otras cosas, ensuciándolas de modo que parecían antiguos”. Dice Vasari que Miguel Angel no hacía esto a fin de lucrar sino “que sólo lo hacía con el objeto de quedarse con los dibujos originales”. Más adelante sin embargo, cuenta Vasari que terminado, en mármol, un Cúpido dormido de tamaño natural, Pierfrancesco de Medici le aconsejó, que hiciera pasar por antigua la figura. Le dijo que, “Enviándola a Roma, arreglada de manera que parezca vieja, le produciría mucho más que vendiéndola en Firenze”. Dicen que Miguel Angel, entonces, “la patinó de modo que pareciera antigua”. Giorgio Vasari recomienda al lector no asombrarse y explica que Miguel Angel tenía ingenio para hacer eso y mucho más.

Tiempo atrás pasaron por el cable, un documental sobre falsificadores de arte: así conocí la historia de Geert Jan Jansen, un pintor holandés que es especialista en las maneras de Picasso, Matisse, Appel y Chagall. Cuando lo arrestaron, por un error de deletreo en un certificado de autentificación, historiadores y críticos expertos habían dado durante años como buenos originales a sus réplicas. Obras suyas están colgadas como buenas en museos y siguen recorriendo el circuito de galerías de arte y subastas. Geert Jan Jansen dice, en referencia a la originalidad que se le atribuyeron a sus obras: “Yo no hago réplicas de Picasso, yo pinto Picassos auténticos” y también dice “Los músicos pueden ejecutar una sonata de Bach o Beethoven, yo intento hacer visible una sonata de Picasso o Matisse”. Encuentro en el diario El Universo del veintinueve de mayo de 2010 el siguiente título: “Museo de Rotterdam dedica exposición a falsificador de cuadros de Vermeer”. Dice el conservador del museo, Friso Lammertse que “es irónico, pero el arte es ambiguo”. Recalca que “Claro que la falsificación está mal. Pero Van Meegeren era un maestro dentro de su arte, el de la falsificación”. Lo ambiguo en este caso es que en los años treinta: “Hans Van Meegeren hizo creer a este museo que "Los peregrinos de Emaús", que pintó él mismo, era una obra de Johannes Vermeer, célebre pintor holandés del siglo XVII. El falsificador le vendió la obra por 540.000 florines (unos 4,5 millones de euros)” dice El Universo.

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